Algo más de 4 años. 1595 días. Momentos incontables. Juntos y separados. Pero siempre unidos por algo más fuerte de lo que nadie entendería. Una amistad indestructible. Él estaba ahí siempre. Siendo mi amigo, mi hermano, mi compañero, mi mayor apoyo. Y aunque a día de hoy estemos demasiado lejos, los dos sabemos que seguimos juntos. Los recuerdos de todo lo que pasamos nos unen; su madre animándome, su hermano molestando, los abrazos, los besos, las tonterías... Éramos niños, y ahora que hemos crecido tenemos todo esto en la memoria y el corazón.
Aquel primer día que nos vimos y sin saber siquiera mi nombre me invitó a jugar. Unas semanas después ya éramos inseparables. Hasta el punto de necesitar verle, aunque hubiera estado con él 5 minutos antes. Nos complementábamos. Su locura y mi tranquilidad eran la mezcla perfecta. Y ahora es al revés, él pone el cerebro y yo las ganas de vivir. Pero siempre acompañándonos el uno al otro.
Ni ochos tumbados ni esas mierdas, la gente debería aprender que esto sí es eterno.
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